El cambio de la correa de distribución es una de las labores de mantenimiento más importantes del coche. Sin embargo y seguramente por su larga duración, los propietarios solemos prestar poca atención a este elemento.
Es fundamental hacer un seguimiento de la correa de distribución, revisar su estado y cambiarla según recomiende el fabricante, ya que su rotura puede acarrear graves problemas en el motor de nuestro vehículo.
Como ya sabrás, todo motor de combustión está compuesto de múltiples elementos en movimiento, tales como el cigüeñal (formado a su vez de bielas y pistones), árbol de levas, bombas de agua e inyección,...
Estos elementos deben moverse milimétricamente coordinados entre ellos, de otra forma el motor no funcionaría de manera correcta, provocando incluso la destrucción de alguno de los elementos móviles.
La correa de distribución de un vehículo se encarga de transmitir el movimiento del cigüeñal al árbol de levas, para que éste pueda abrir y cerrar las válvulas de admisión y escape de gases al pistón. Al mismo tiempo, mueve la bomba de aceite, la de agua y la bomba de inyección en el caso de los motores diésel. Sincroniza, por tanto, los cuatro tiempos del motor: apertura y cierre de las válvulas de admisión y escape y la función de encendido.
La correa de distribución está fabricada con fibra textil, fibra de vidrio, caucho y distintos tipos de goma. Su vida es finita, pues tiende a resecarse, cuartearse y, en último término, romperse.
La forma y longitud de la correa de distribución varía en función del tipo de motor. Se ubica en el área de las poleas, junto a la correa de servicio y va tapada. Por su parte, las cadenas de distribución se hallan dentro del bloque del motor.
Asimismo, cuenta con un sistema de tensado para que la tensión de arrastre de la correa sea la determinada por el fabricante. En el caso de contar con tensores automáticos no hay que preocuparse del tensado de la correa, pues el mismo mecanismo está tarado en los valores del fabricante; pero en el caso de los tensores manuales hay que ceñirse a las indicaciones de montaje y tensado proporcionadas ya que no respetarlas puede suponer, como mínimo, un desgaste prematuro de la correa.
El fabricante del motor tiene estudiada una vida útil de la correa de distribución, dentro de unos márgenes de seguridad, normalmente en kilometraje o edad. En principio y salvo averías externas, las correas de distribución no requieren más mantenimiento que evitar derrames de aceites y combustibles o líquidos a su alrededor, por lo que vigilar las fugas en la zona de las correas resulta vital.
Por otra parte, también puede ocurrir que un vehículo necesite sustituir la correa de distribución de manera anticipada. Y es que el paso del tiempo, las variaciones de temperatura y la humedad son los peores enemigos de los cauchos, plásticos sintéticos y derivados, que forman parte de la constitución de la correa de distribución.
Cuando el material de la correa de distribución pierda facultades y no sea capaz de transmitir con seguridad el movimiento del motor a todos sus elementos móviles, deberá ser sustituida y para esto no existe un intervalo de tiempo concreto.
Para cambiar la correa de distribución, el manual de cada vehículo indica un kilometraje aproximado en el que efectuar la sustitución. Sin embargo y como regla general, suele estipularse un rango de kilometraje que va de los 100.000 a los 120.000 kilómetros como el momento adecuado para proceder a la operación. Nunca está de más ser previsores y adelantarse unos kilómetros a lo establecido por cada marca.
La rotura de la correa de distribución conlleva a la parada del motor y daños irreversibles en el mismo. Bielas, válvulas, árbol de levas o pistones dañados son algunas de las graves consecuencias que acarrea esta avería. Incluso podría griparse el motor.
Un elemento tan importante en el correcto funcionamiento del motor debe ofrecer siempre las mayores garantías del fabricante, algo que únicamente puede asegurarse utilizando piezas de calidad certificada.
Tanto la correa como sus rodillos-guía y tensores, tornillería y elementos de sujeción tienen una calidad y medidas determinadas muy concretas y específicas, que solamente un recambio producido o recomendado por el mismo fabricante puede garantizar con precisión.
Durante la sustitución de este elemento, la primera regla de oro es respetar las marcas que el fabricante hace en los árboles de levas y el cigüeñal para determinar su posición exacta. Una vez puesto el motor “en marcas”, se debe aflojar el tensor de la correa de distribución hasta que quede totalmente libre y, entonces, proceder a la extracción de la correa, procurando que ninguna polea ni piñón se mueva en ningún sentido.
Una vez extraída la correa de distribución, hay que sustituir el tensor y los distintos rodillos-guía según las especificaciones del fabricante. Ya teniendo todos los elementos desmontados, hay que repasar siempre visualmente la ausencia de fugas de aceite y similares, así como posibles señales de desgaste irregular o trabajo forzado de los elementos que componen el sistema de la correa de distribución.
Para proceder al montaje de la nueva correa, en primer lugar hay que montar los rodillos-guía y tensores nuevos. Se debe remarcar también que en algunos motores la correa de distribución va encajada milimétricamente, dejando un escaso margen para el montaje, por lo que hay que trabajar con mucho cuidado de no forzar en exceso los elementos ni doblar la correa.
El siguiente paso es el tensado de la correa, que requiere siempre de una comprobación final mediante un tensiómetro de correas. Es recomendable dejar el motor al ralentí durante un buen rato tras la comprobación de que todo funciona bien con la correa nueva. La intención es que los elementos se adapten correctamente y alcancen temperaturas óptimas de trabajo.
Cabe destacar que, el uso de recambios y accesorios originales representa la mayor garantía en cuanto a la calidad del recambio, así como de su correcto ajuste y montaje, evitando problemas de compatibilidades que pueden alargar demasiado una reparación, o directamente no solucionar el problema.
La sustitución de la correa de distribución cuesta una media que gira en torno a 390 euros. Según un reciente estudio, que se enfocó en los costes de recambio de la correas de distribución en dependencia de la zona geográfica, Las Palmas (193,89 euros), Jaén y Córdoba son las provincias españolas en las que menos se cobra por esta operación. Mientras que los talleres de León (617,76 euros), Tarragona y Barcelona son los más caros.
La correa de distribución es, en definitiva, una pieza fundamental en el motor de nuestro coche. No debemos olvidar las importantes funciones que desarrolla y sus revisiones periódicas, si queremos evitar graves averías mecánicas.
Ver también:
Correa de distribución
Calentadores diésel
Correa de servicio